jueves, 12 de abril de 2012

ESOS DIOSES BURLONES

Tengo la costumbre, desde hace años, de guardar notas, frases, párrafos, páginas enteras de la mayoría de los libros que leo. Casi nunca anda muy lejos cuando estoy leyendo, un papel en blanco y un bolígrafo para anotar algo; aunque sea una frase, dos, algo que me llame la atención, que releo varias veces. Palabras que me hacen reflexionar y pensar después de haberlas digerido y  pasado por mi colador mental.

He aquí una de tantas y tantas páginas:

" Es tan fácil arrepentirnos de la decisión que tomamos en un momento, del error que cometimos en aquel instante crucial que marcó para siempre nuestra vida. No es que lo hiciéramos sin reflexionar, no. Pensamos mucho. Pusimos en marcha todas nuestras neuronas. Nos tumbamos en la cama durante días, atentos al menor sonido en nuestra cabeza, a la vibración de nuestra sangre, al más leve síntoma de temor o de entusiasmo. Lo decidimos meditadamente, imaginando la secuencia de hechos que ocurrirían después de nuestra elección, pasos firmes y claros que nos conducirían a un lugar luminoso y estable: acepto casarme con este hombre porque le quiero y le querré siempre, estudiaré esta carrera porque podré ganar dinero, rechazo este trabajo porque debo mudarme de ciudad y no quiero perder este aire ni la perpetua visión de los mismos edificios y los mismos árboles creciendo tímidos sobre los alcorques de la calle, ni la compañía cálida de los amigos cada noche en el bar.

Pensamos, medimos las consecuencias, imaginamos. O no. O tomamos la decisión guiados por un impulso, un arrebato repentino que nos pone el cuerpo en tensión, la sacudida inesperada de los nervios, un pálpito brutal en el pecho, una opresión en la boca del estómago. Una luz que se nos enciende refulgente en el cerebro y nos ilumina todo. No importa. Lo más probable es que nos equivoquemos. La vida seguirá su curso al margen de nuestros planes, como si un grupo de dioses burlones entretuvieran su absurda eternidad en las alturas soplando sobre nosotros, enredando las cosas, complicando las situaciones, retorciendo los sentimientos (...)

La vida tomará su propio impulso, girará sobre sí misma, dará volteretas, irá arriba o abajo repentinamente, enloquecida, brutal, y nos empujará a su capricho, hacía el paraíso o el abismo, al margen de nuestro esfuerzo y nuestros méritos.

Es mentira todo lo que cuentan: nuestros actos no tienen consecuencia. Sólo son un derroche de energía, una salpicadura de patéticos intentos por aferrarnos a algo perdurable, la satisfacción, el bienestar, la comodidad...
Creamos familias, construimos casas, levantamos negocios, nos dejamos la piel en cada gesto y todo se desmorona en un instante, sin que podamos hacer nada por retenerlo.
O, por el contrario, vemos como surge a nuestro alrededor un espacio bendito sin que nosotros hayamos movido un dedo a su favor, partiendo de la nada y sostenido en nuestra nada interior, en nuestra desidia o nuestra maldad que resbalan sobre el mundo, como si a él no le importase en absoluto nuestra manera de acariciarlo o agredirlo (...)"

                        CONTRA EL VIENTO, Ángeles Caso.  PREMIO PLANETA 2009

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