miércoles, 16 de octubre de 2013

Soledades Precisas


Un viento frío y huracanado
me sirve en cómodos plazos
corazones helados y sin nombre.
Cuerpos desmembrados 
y promesas que se desprometen,
silban sarcásticos entre mis sombras aburridas.
Por rincones con aromas a flor y a menta
me acurruco con un enmascarado sosiego,
esperando que la fuerza del otoño
desinfle mis pulmones
de tu aire embriagador.
Sin embargo, algunas tardes,
unas criaturas burlonas y descaradas
tiran con ahínco de mis párpados para que no me duerma
en el empeño de cegar la evidencia 
y entorpecer la bocanada de aire fresco
que limpie por fin tu recuerdo.
¡Yo elijo el camino
y hasta las piedras que golpeen en tu ventana!
Seré como las hojas que un día se despiden de sus árboles
y besan otros parques, y otros vientos,
y otra tierra: dura como la miseria 
y eterna como el mar.
Pero...
¡Qué no me venga el tiempo con prisas!
Qué soy capaz de quitarle la arena a los relojes
y desplumar de un plumazo a los impertinentes cucos.
Todo por tumbarme un momento 
en esta soledad precisa.





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