sábado, 19 de enero de 2013

El gran pulso

¿Volverás alguna vez al lugar dónde mis pies no te alcancen?
Ya no sé que hacer para borrar tu nombre
a pesar de que no me acuerdo de tu cara ni de tu voz.

Te has quedado a dormir en esta posada
sin reserva ni plazas libres.
Eres como un intruso que navega por mares prohibidos.
Conquistas países que aún no han sido descubiertos,
y manejas aparatos que no están inventados.

Y te ríes de mí, ¡maldito seas!, porque soy incapaz
de lanzarte al vacío de un sólo empujón.
Y luego, cuando tu carcajada se enquista en mí, cual pulga al perro,
procuro acordarme de cuanto te anhelo
y olvidar que todavía no te quiero.

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