Cuando vuelven los círculos extraños que dan paso a
casualidades sordas y tempestades al amanecer
en las que abrazabas mis piernas con tus pies.
Cuando mueren los que se desviven
y se descuelgan los colgados,
la impertinente memoria me recuerda
que los fuegos que nos ardieron
han quemado mis pisadas en silencio.
Cuando sólo deseo que se abriguen mis dudas
y se marchite el miedo.
A pesar de que tus huesos ya retornaron lejos
y quizá no me extrañe que hayas perdido de nuevo
las promesas y poesías por el camino.
Pienso en dejarlo todo, acabar, empezar, reaccionar.
¡Cuántos despertares idénticos, en días idénticos, con sueños idénticos,
y sin recuerdos nuevos!
Otro desengaño más amontonado
en horas bajas, en días pesados y en noches vacías.