domingo, 28 de julio de 2013

Desengaños


Cuando vuelven los círculos extraños que dan paso a
casualidades sordas y tempestades al amanecer
en las que abrazabas mis piernas con tus pies.
Cuando mueren los que se desviven
y se descuelgan los colgados,
la impertinente memoria me recuerda
que los fuegos que nos ardieron 
han quemado mis pisadas en silencio.
Cuando sólo deseo que se abriguen mis dudas
y se marchite el miedo.
A pesar de que tus huesos ya retornaron lejos
y quizá no me extrañe que hayas perdido de nuevo
las promesas y poesías por el camino.
Pienso en dejarlo todo, acabar, empezar, reaccionar.
¡Cuántos despertares idénticos, en días idénticos, con sueños idénticos,
y sin recuerdos nuevos!
Otro desengaño más amontonado
en horas bajas, en días pesados y en noches vacías.








SOLILOQUIO


Grisáceos insectos merodean entre estas paredes
que por momentos se abalanzan sobre mí.
Se paran en un punto cualquiera al conocer mi incesante vigilancia,
y se atreven a retarme en un diálogo de ciegos.

Las moscas se mosquean.
Remontan el vuelo y agitan las alas. 
Ruidosas, pesadas.
Provocando en mí la irremediable desesperación 
de tener que vivir rodeada de asquerosos bichos.

Me roban el aire, me siguen por los pasillos, 
se cuelan en los entresijos de mi intimidad y curiosean esta imagen
tan destartalada como mi mundo.

Convivo con diminutos animales que cuentan con las llaves de mi casa.
Perversos, demoledores, nacen en la abundancia del caos y el desorden.
Cuando truena la realidad y martilleo el tiempo apuntalando mis lágrimas,
 alimentando esta ruptura exterior, limpiando el revólver y en las más absoluta de las inercias.