Otro invierno que se fue.
Ya no se acuerda este camino cuando el peso de mi cuerpo
grabó en la nieve virgen y quieta mis pisadas.
O los besos que las ramas de los pinos depositaron
en esta tierra fértil y desdichada.
Otro invierno más
a las espaldas de los tejados y los viejos.
Ya no se acuerda el serrinero
la brazada de leña quemada
como tampoco se han quedado guardadas
las palabras esparcidas entre tabernas y vinos.
Otro invierno que ya no vuelve a este mundo
cada vez más loco y desnutrido de afectos e inocencia.
Otro invierno que no volverá a nacer exactamente igual.
Yo plasmo lo que no quiero que se me olvide
lo demás es humo que ha saltado por la ventana
con vistas a las flores que brotarán mañana.
Lo que forma nuestra suerte no es lo que experimentamos, sino nuestra manera de sentirlo.
sábado, 23 de marzo de 2013
lunes, 18 de marzo de 2013
Una manta al cuerpo
Desde lo alto de esta ventana,
la escarcha enfría los brazos de la memoria.
Ahora ésta sonámbula no deambula por el piso
arrastrando sus pies en botas grandes.
Las plegarias se escucharon y las horas
no se miden en relojes desadaptados.
Te regalo la primavera de aquel año,
pues ya no huelo el aroma de tu rosal,
yo me quedo las canciones que nunca me cantaste
y la conciencia de mi tiempo anclado a mi garganta.
El fondo del cuadro sigue siendo el mismo,
pero ahora, por fin,
puedo decir que arropa mi cuerpo
la manta inexorable de la dignidad.
la escarcha enfría los brazos de la memoria.
Ahora ésta sonámbula no deambula por el piso
arrastrando sus pies en botas grandes.
Las plegarias se escucharon y las horas
no se miden en relojes desadaptados.
Te regalo la primavera de aquel año,
pues ya no huelo el aroma de tu rosal,
yo me quedo las canciones que nunca me cantaste
y la conciencia de mi tiempo anclado a mi garganta.
El fondo del cuadro sigue siendo el mismo,
pero ahora, por fin,
puedo decir que arropa mi cuerpo
la manta inexorable de la dignidad.
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