domingo, 28 de julio de 2013

SOLILOQUIO


Grisáceos insectos merodean entre estas paredes
que por momentos se abalanzan sobre mí.
Se paran en un punto cualquiera al conocer mi incesante vigilancia,
y se atreven a retarme en un diálogo de ciegos.

Las moscas se mosquean.
Remontan el vuelo y agitan las alas. 
Ruidosas, pesadas.
Provocando en mí la irremediable desesperación 
de tener que vivir rodeada de asquerosos bichos.

Me roban el aire, me siguen por los pasillos, 
se cuelan en los entresijos de mi intimidad y curiosean esta imagen
tan destartalada como mi mundo.

Convivo con diminutos animales que cuentan con las llaves de mi casa.
Perversos, demoledores, nacen en la abundancia del caos y el desorden.
Cuando truena la realidad y martilleo el tiempo apuntalando mis lágrimas,
 alimentando esta ruptura exterior, limpiando el revólver y en las más absoluta de las inercias.






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