miércoles, 15 de agosto de 2012

BLA, BLA, BLA

Resulta paradójico, o cuanto menos gracioso, observar como algunas personas caminan por la vida abanderando conceptos que no conocen ni de lejos, y liderando la mediocridad creyéndose encima buenos samaritanos.

Hace tiempo que dejé la crítica gratuita y facilona alejada de mi vida. Detesto la gente que se dedica a hablar del prójimo, de sus actos, de sus equivocaciones o de sus aciertos, con la superioridad y con el derecho divino que se sacan de la manga: así porque les place.
Y resulta todavía más mezquino y dantesco - y no sé si es casualidad o si es que este tipo de personas nacen con el gen de "pocas luces" muy superior o con el mísero intelecto de un mosquito- comprobar que precisamente resultan ser personas poco indicadas para hablar.

Probablemente sea porque, al opinar sobre lo ajeno y sobre temas que desconocen, sienten como sus miserias, sus carencias y sus vacíos se hinchan de odio, mala-sangre y falsa conciencia. ¡Y se sienten mejor! Pobrecitos.
Cuando ven debilitadas sus defensas, cuando notan como su sistema destructivo (o insolidario) se desinfla, cuando el complejo de inferioridad y la envidia acecha por la espalda, beben un trago de soberbia y despotismo y hablan, hablan, hablan de todo y de nada, y a poder ser a gritos, para ahuyentar a gentes de buena fe que amenazan con palabras como educación, empatía y bondad.
¡Cuánto daño con premeditación y alevosía!
¡Cuánto meapila, correveidile y charlatán suelto!
¡Cuánto odio y cuánta miseria envuelve el corazón empobrecido de esta tribu sin talento!

Les reconforta saber, y a poder ser con todo lujo de detalles, donde han pasado las vacaciones la familia Tal y Tal, quien es el padre de la criatura de aquella pobre solterona o de por qué fulanita no se pone a dieta si cualquier día va a explotar.
Estoy segura de que sus vidas son tan terriblemente aburridas que necesitan vivir en otras, aunque sea sólo por un breve instante, para dar un poco de emoción al temido día a día.
Como diría Henry Fonda: "Todos encontrarían su propia vida mucho más interesante, si dejaran de compararla con la de los demás"

Qué importante es alejar a esta gente del círculo de uno.
¡Qué sagrada resulta, en estos días, la personalidad bien atada y el pensamiento crítico formado sin corsés, ni condiciones, ni opresión!
Es conveniente caminar al lado de quien no se deje llevar y plantar los pies firmemente en la tierra.

Lástima por los hijos. Y los hijos de los hijos. Y los hijos de los hijos de los hijos que cada día, alrededor de la mesa, tengan que escuchar juicios de valor baratos, improperios sin sentido y soportar a referentes adultos sacados de una tómbola.

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