Ya no se acuerda este camino cuando el peso de mi cuerpo
grabó en la nieve virgen y quieta mis pisadas.
O los besos que las ramas de los pinos depositaron
en esta tierra fértil y desdichada.
Otro invierno más
a las espaldas de los tejados y los viejos.
Ya no se acuerda el serrinero
la brazada de leña quemada
como tampoco se han quedado guardadas
las palabras esparcidas entre tabernas y vinos.
Otro invierno que ya no vuelve a este mundo
cada vez más loco y desnutrido de afectos e inocencia.
Otro invierno que no volverá a nacer exactamente igual.
Yo plasmo lo que no quiero que se me olvide
lo demás es humo que ha saltado por la ventana
con vistas a las flores que brotarán mañana.